sábado, 23 de julio de 2011

III

No le reprocho a mi madre haberme invitado a la gran fiesta que es la vida, y tampoco tengo nada en contra de el que con sus golpes, me preparó sin saberlo para las palizas que iba a recibir. Mis padres no pudieron sospechar siquiera que mi estrella no era de las que brillaban, iluminado los caminos oscuros de la vida, sino de las que apenas podían mantener parpadeando su luz. Pero uno no piensa en ello cuando decide traer un niño a este mundo, piensa en la alegría de ser padres, algunos en la descendencia y otros simplemente lo hacen por casualidad.

Mi madre había tenido algunos abortos consentidos antes de tenerme y a veces pienso que lo mío fue una casualidad o simplemente un “Venga, a este le dejaremos vivir”. Puede que la decisión de mis padres de concederme la vida no fuera la más acertada. Es posible que mi destino tenia que haber sido el de acabar en un cubo de deshechos y ellos sin saber, habían interferido en el momento menos oportuno, desencadenando improvistos para el que escribe el gran libro de nuestra existencia, y a consecuencia le obligaron a improvisar el mío, redactándolo deprisa y de mala manera.

Pero aquí estoy, he sobrevivido a mi destino, no me he tirado de un puente y tampoco me he llenado la panza de pastillas. Algunos dirán que en poco más de 30 años tampoco he vivido lo suficiente para poder quejarme de la vida, aun tengo otros 30, por lo menos, por delante ¿verdad? Es posible que tengan razón, pero también es posible que no, no sé lo que pasará mañana, puede que una maceta voladora me mate al pasear por la calle o puede que el billete de lotería resulte ganador(esperen un poco, voy a comprobar el boleto). Efectivamente, no sabemos lo que nos aguarda el futuro, pero de lo que si estoy seguro es lo que me obsequió el pasado, y no fue precisamente un poni.

Lo que si me proporcionó la vida, o los genes o la ventura fue fuerza y optimismo, cualidades muy importantes que influyeron mucho en que yo, no acabara fiambre o demente como mi mejor amiga y mi mejor amigo respectivamente, de la infancia. Ella está descansando ahora, una bendición para su alma, sin embargo, a él le queda sufrir aun bastantes años más. Sinceramente me gustaría pensar que no, que ya no sufre y que su demencia es la coraza que le protege de los malos recuerdos, aún con el precio de estar encerrado en alguna habitación sin vistas del manicomio de mi ciudad natal.

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jueves, 21 de julio de 2011

II

Todo empezó un tardío día de octubre de finales de los años 70, en una pequeña ciudad de un país europeo. Yo estaba flotando en las entrañas de mi madre, como siempre, en posición fetal, sin ninguna otra preocupación que la de chupar con avidez mi pulgar. Llevaba mucho tiempo viviendo en esa cálida y protectora estancia, y ya empecé a acostumbrarme hasta a los raros sonidos que escuchaba desde el exterior, sonidos que al principio me hacían sobresaltar horrorizado, y no me refiero a los pedos y a los eructos.

Pero ese día fue distinto de todos los anteriores. El primer indicio de que algo inusual estaba pasando, fueron los continuos espasmos que hacían que mi hospedaje se tambaleara, y al poco tiempo la cálida y reconfortante viscosidad que me envolvía placidamente, poco a poco se fue escurriendo por algún desagüe invisible. Una fuerza superior a mí empezó a empujarme y moverme de sitio hacia un punto, encima de mi cabeza, que yo no alcazaba a divisar, posiblemente también, porque tenia los ojos cerrados. Intenté resistirme, pero no tenia la fuerza necesaria para efectuar tal tarea.

Lo primero que sentí al asomar los tres únicos pelillos que albergaba mi testita fue una nueva sensación, un frescor en la punta de mi cabeza que aumento paulatinamente a la vez que una suave presión sobre mi piel. Solo tardé unos 40 segundos en traspasar ese anillo estrujante que me expulsó directo a las manos de un gigante borroso, vestido de blanco que balbuceó algo ininteligible para mí, dirigiéndose a mi madre, seguramente ”Es un niño”.

 Luego, me cogió de las patas, cabeza abajo, y sin piedad golpeó dos veces mi suave, dulce y viscoso culete. Estaba extraordinariamente asustado y asombrado, así que no reaccioné. El maltrata niños frunció el ceño y al instante me articuló con otros dos cachetes, un poco más fuertes que los anteriores. No aguanté más, algo extraño, molesto y chirriante salió de mi boca, un sonido que llegó a asustarme mas aún, y que identifiqué como mi voz. El hombre de blanco sonrió satisfecho, me limpió y me llevó a los brazos suplicantes de mi madre.

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martes, 19 de julio de 2011

I

No busco vuestra compasión, pero tampoco quiero que me juzguen despiadadamente, algunos lo harán sin duda, sus dedos acusadores se quedaran suspendidos en el aire apuntándome sin remordimiento alguno. No se preocupen, estoy acostumbrado, no me punzaran más que otros muchos antes. Algunos levantaran sus voces hacia el cielo y algunos hasta hablaran con Dios sobre mi descontento con la vida, sinceramente no me importa, estoy inmunizado a los castigos y según mi experiencia a los milagros también. Me cuestionaran y discreparemos en muchos aspectos, yo no les quitaré la razón, es vuestra, igual que mi razón, es mía.

Solo os pido que me escuchen o que me dejen en paz, depende de vosotros, ya saben donde encontrar la salida. Lo de compartir mis pensamientos es cosa mía, egoístamente lo hago para mí, a ver que se siente ser egoísta, un sentimiento nuevo al que espero acostumbrarme cuanto antes. Todo esto es fruto de un impulso, probablemente, o simplemente es la manera mas sana para desahogarme, exponiendo así mi punto de vista sobre lo que la vida les ofrece a algunos y les quita a otros.

Es posible que mi visión sobre la misma sea un poco radical. Sé que no debería quejarme de nada, hay gente que de verdad sufre y sus vidas de verdad son invivibles, pero como es mi historia y mi vida, la que poco a poco se materializará encima de la pantalla, me apego al derecho de estar insatisfecho con lo que me ha ofrecido. He oído decir que ser optimista atrae la felicidad y la buena suerte. Yo creo que mi optimismo fue algo excesivo y en lugar de mezclarse con mi aura brincaba por encima de ella y se desvanecía o se pasaba a otras auras, que sabían como succionarlo.

En mis más de 30 años he aprendido que mi vida siempre sera así, los golpes de la fortuna aprendí dejarlos para las increíbles historias del mundo cinematográfico y para un misterioso numero y clases de personas. No existen para gente como yo, igual que el optimismo, los golpes rebotan o cogen efecto cuando se me acercan y a consecuencia golpean a otros. Pero empecemos como cada historia deba empezar, por el principio.

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lunes, 18 de julio de 2011

Introducción

Estamos rodeados de factores y fuerzas incontrolables, que hacen que la vida gire alrededor de algunos mientras que a otros les toca dar vueltas sin cesar alrededor de la vida, en vano. Es la razón por la cual algunas personas triunfan y otras fracasan, son elementos que contribuyen a reforzar el hecho de que la vida, para algunos, nunca sera lo que ellos esperan y desean que fuera. 

Hay tres clases de persona sobre la fas de la tierra y solo dos caminos a tomar. Las dos primeras clases quieran o no, siempre tomaran el buen camino, el del éxito, sin embargo, la tercera, inevitablemente, siempre se equivocará en algún cruce. 

Primero están los ganadores, gente que triunfa en la vida a base de poca garra y mucha cara, gente que casi siempre se sale con la suya. En la mayoría de los casos aparte de la suerte que los acompaña a lo largo de sus vidas, también suelen ser agraciados con unas bonitas facciones y un buen cuerpo. 

Luego están los herederos, personas que no mueven, no han movido y no moverán un dedo en la vida pero tiene y tendrán siempre todo lo que desean, gente que no sabrá nunca que existen cosas como el fracaso, la preocupación o el rechazo. 

Y luego están los fracasados como yo, que aunque se empeñen toda la vida en lograr algo, nunca nada les saldrá bien. Esta es mi historia, la historia de un fracasado al que llamaban Gordinflas.